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Aquéllos que hayan echado un ojo a mi bibliografía habrán intuido que no soy muy partidario de las antologías, y es verdad. Egoísmo puro y duro, pero, como ya he dicho en repetidas ocasiones, publicar a cualquier precio es algo que hace mucho tiempo que no me vale y necesito para decidirme ciertas garantías. Entre ellas, y tal vez la más importante de todas, conocer los nombres de los que van a participar en ellas.

Por eso no dudé cuando Rubén Serrano se puso en contacto conmigo para colaborar en este primer volumen de la recién nacida Ediciones Arconte, este Relatos Insólitos dedicado al terror en general y a Lovecraft en particular. Los nombres que me anticipó ya fueron lo suficientemente atractivos para eliminar cualquier posible reticencia que pudiera tener: nada menos que Laura Gallego, Teresa Viejo, Clara Tahoces, Juan Ángel Laguna, Elia Barceló, Félix J. Palma, Emilio Calderón, David Zurdo... y mi muy estimado Ralph Barby, con el que me embarcaría en la balsa de Caronte si hiciera falta. Eso y la ilusión que se veía en esta joven iniciativa hicieron que me decidiese.

Queremos algo extraño, algo inquietante, diferente, me dijeron. Me tocaron la fibra sensible. Tenía que ser un homenaje al terror más bizarro, de ése que al terminar de leer te quedes con mal sabor de boca, con una sensación de angustia en el cuerpo. Y al instante se formó en mi cabeza el que habría de ser el relato con el que contribuiría. No había terminado de hablar con Rubén y ya El hombre que escapó del infierno tocaba a mi puerta para entrar. Tuve que dejarle pasar, claro, y para evitar que me devorase a mí se lo envié a Rubén. Lo siento, amigo, espero que sigas entero.